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Capitoli

  1. Capitolo 51 Videollamada
  2. Capitolo 52 Mio
  3. Capitolo 53 Gioco pulito
  4. Capitolo 54 Accettazioni
  5. Capitolo 55 Piccolo errore
  6. Capitolo 56 Cospirazione
  7. Capitolo 57 Giunti
  8. Capitolo 58 Un principe
  9. Capitolo 59 Atractivo
  10. Capitolo 60 Raccolta
  11. Capitolo 61 Gala
  12. Capitolo 62 Gala 2
  13. Capitolo 63 Controllola
  14. Capitolo 64 Sì
  15. Capitolo 65 Come è lei
  16. Capitolo 66 Rivelazioni
  17. Capitolo 67 Secretos
  18. Capitolo 68 Ritornare a casa
  19. Capitolo 69 Un momento importante
  20. Capitolo 70 Él se puso extraño
  21. Capitolo 71 Salir del Hospital
  22. Capitolo 72 Disimulado
  23. Capitolo 73 Ayudar
  24. Capitolo 74 Altro vez
  25. Capitolo 75 Té de la tarde
  26. Capitolo 76 Ricordi
  27. Capitolo 77 Stresada
  28. Capitolo 78 Incontro
  29. Capitolo 79 Viajar
  30. Capitolo 80 Me crees
  31. Capitolo 81 Qué quiere ella
  32. Capitolo 82 Risultato
  33. Capitolo 83 Cartas sobre la mesa
  34. Capitolo 84 Desaparecida
  35. Capitolo 85 Compromiso
  36. Capitolo 86 Compromiso II
  37. Capitolo 87 Un paseo por el museo
  38. Capitolo 88 Il risultato della prova di imbarazzo
  39. Capitolo 89 Los preparativos de la boda
  40. Capitolo 90 La boda
  41. Capítulo 91 Mostra il tuo cellulare ora mismo
  42. Capitolo 92 De regreso a la finca
  43. Capitolo 93 Emilia
  44. Capitolo 94 Come è successo
  45. Capitolo 95 La verità
  46. Capitolo 96 Seguir la tradición
  47. Capitolo 97 Respira hondo
  48. Capitolo 98 Nell'ospedale
  49. Capitolo 99 Trazione
  50. Capitolo 100 Mantenere le apparenze

Capitolo 3 Spiegazioni Exigir

Antes de que Carolina pudiera reaccionar, la arrastraron hasta el despacho y la empujaron de cara a la puerta. Aunque vio la mano de Máximo, llena de cicatrices, no pudo prestarle mayor atención perché estaba justo detrás de ella, respirándole en el cabello.

Non lo intendevo. Anche quando estuvo pieno di miedo per un momento, la sensazione degradevole fu subito sostituita da una certa eccitazione.

"¿Qué dijiste?", le preguntó Máximo en la oreja en un susurro ronco y enfadado. Tenía una mano apretándole la cintura con casi demasiada fuerza y una pierna entre las suyas, además de las caderas pegadas a su espalda.

"¡Me... me trataste como si fuera una prostituta!", si disse, lottando per respirare e mantenere la composta. Su presenza estaba mareándola.

Sin embargo, non immaginavo che per lei la pudiera fosse uguale.

Massimo non aveva sperimentato una soddisfazione così intensa con una donna, nonostante non se ne preoccupasse e lei non lo toccò in nessun momento. Dopo averla lasciata nella sua abitazione nel mezzo della notte, volvi alla propria e riparò nella sua mente il tempo che passavo insieme. Deseaba disperatamente qualcosa di più, ma non si atreviò a tornare. Si se despertaba y lo veía... Si lo rechazaba, no podría soportarlo.

Il ragazzo si è trovato in una situazione difficile. Aprendo la porta e con il corpo a escasos centímetros de distancia, tuvo que recurrir a toda su voluntad para resistirse a darle la vuelta y besarla. O ir más allá. Tuttavia, il commento precedente sulla tua mascolinità ha solo consentito di infuriarlo.

"Te casaste por dinero, ¿verdad? Después de todo, el matrimonio implica sexo. Y si tienes sexo por dinero, eso te convierte en prostituta, ¿o me equivoco?", rispose con furia. "Ahora, dime, ¿¡cómo te atreves a cuestionar mi hombría!?".

Se retorció, apretándole aún más la cintura mentre empujaba sus caderas hacia delante. La ragazza ha abbandonato un piccolo gemido e non lo supponeva se lo aveva capito male.

"¡No soy una... prostituta!", afirmó enfadada, tanto por sus palabras como por lo mucho que estaba disfrutando de la proximidad de su cuerpo.

"¿Crees que no soy un hombre?", chiese filmando le caderas affinché Carolina potesse sentirlo nella sua spada. "¿Quieres que te demuestre cuán hombre soy?".

Carolina non era cosciente dei demoni che se l'erano cavata, obbligandola a pronunciare le seguenti parole.

"¡Sí! ¡Muéstrame!".

Máximo se fu momentaneamente atónito, ma subito una sonrisa astuta si dibujó nel suo rostro. La chica estaba ante él con un ligero vestido veraniego; no pudo resistirse a deslizar los dedos por su muslo, haciéndola soltar suaves jadeos de placer.

Trascinando la cremagliera del pantalón, inclinò il corpo della hacia delante; però noto che la differenza di altezza sarebbe un inconveniente.

"Ciera los ojos".

"¿Eh?".

"¡Que cierres los ojos!", ordenó y Carolina asintió, obedeciéndolo de inmediato. Sintió que le daban la vuelta y el aliento de Máximo le acaricio el rostro. La ragazza sollevò il gioioso che ancora sosteneva e intentò a toccarlo; ma è il debito.

"¿Puedo agarrarme a tus brazos? Llevas puesta una camisa, ¿verdad?", chiese tra suspiros.

"De acuerdo", dijo mientras la soltaba. Carolina levò le mani per avvicinarsi ai bracci di Máximo. El miró sus labios sonrosados, que eran leggermente carnosos, y la besó.

La muchacha deseaba poder acariciarle el cabello; sin embargo, le fue prohibido, por lo que se contuvo. In cambio, aprì la bocca e profondò il beso. Sintió che la conducía hacia qualche lugar, fino a che il levantó del piso e il sentó in quello che riconoció como una mesa.

Incapace di resistere per più tempo, subiò le mani fino al suo cabello. Máximo se detuvo por un instante, quando los dedos se slzaron sobre la calva en su sien. Come a lei non sembrava importarle, dejó que lo tocara solo ahí.

"¿Todavía te duele?", mormorò in mezzo a los besos.

"No", mintió ella, saboreando la sensación de aquellos labios sobre los propios.

Los dos capataces esperaron fuera hasta que oyeron caer cosas al piso y consideraron se debían entrar. Tuttavia, si videro detuvieron de golpe ai nostri forti gemelli di Carolina.

"Creo que...".

"Deberíamos irnos. Los jefes ya lo solucionaron", dijo el más bajo, y juntos descendaron el lugar.

Dolores, che se avevabía quedado cerca, sonrió al escuchar a la chica. Nel fondo del suo cuore, desideravo con onestà che entrambi potessero essere felici insieme, poiché lei le sembrava una buona persona. Por tanto, sin perder la feliz sonrisa en sus labios, se retiró.

Máximo e Carolina respirano con difficoltà. El le puso la mano dietro la testa e l'attrazione hacia sì. Tenía la mejilla apoyada en el pecho. Anche se non se ne andò dalla camicia, Carolina poté sentire il calore che emanava dalla sua pelle e i lati del suo cuore.

'¡No puedo creer que lo hiciéramos de nuevo!', pensò, mordiéndose il labbro mentre mantenía los ojos cerrados.

Hacía mucho time che Máximo non ha avuto intimidad con una donna, perché non era sicura se la necessità di stare insieme a lei se fosse dovuta alla prolungata astinenza o al fatto che Carolina era di ferente in realtà. In ogni caso, le aliviaba si sentiva meno tonto come uomo e, a giudicare dalla reazione di lei, le parecía que disfrutó lo que hicieron juntos.

'Las prostitutas saben fingir de maravilla', sonó una voz amarga en su mente.

"Mantén los ojos cerrados. Te ayudaré a llegar a la puerta", le dijo. Carolina arrugó l'entrecejo.

"Quiero verte".

"No", rispose él con brusquedad.

"Pero... ya somos íntimos. ¡Estamos casados!", protestò, anche se non abrió los ojos.

"Dije que no. Solo me permette di tocarte perché no me has visto".

"¡Eso no es verdad!", rispose indignata.

"E allora, sei così professionale che puoi passare per il mio aspetto?", chiese mantenendo quel tono detestabile. Carolina ha capito cosa si riferiva. Incluso de hallar las palabras correttes, estuvo segura de que no podría describir el dolor que la atravesaba.

Lo apartó de un empujón manteniendo los ojos cerrados y se levantó de la mesa, quasi tropezando.

"¡Eres un imbécil!", se quejó, conteniendo las lágrimas. "Te di mi virginid ad, ¿¡cómo puedes decir eso!?".

"¡Nada que una simple cirugía no pueda risolutrice!", si dice burló.

Carolina gritò de rabia, dio unos pasos hacia delante y abrió los ojos para ver por dónde iba. Si fissò al gioielliere che stava sul pavimento e, con l'impatto della caduta, si aprì per esporre un impressionante collare di diamanti. De una patada lo apartó y abbandonato furiosa el despacho.

Máximo, quien fue testigo de todo, negó con la cabeza.

'¡Si cree que me engaña, se equivoca!', pensato, enojado.

Mientras tanto, César estaba en la capital, furioso a más no poder.

"¿Qué pasa, hijo mio?", chiese Yolanda, apoyándose en el marco de la puerta y mirándolo.

"No fue Eloísa la que se casó con Máximo", se quejó él, levantandose.

Su madre, una mujer mayor, entrò in officina.

"Déjame ver a la chica", pidió.

César, che aveva una foto della famiglia Navarro sul suo computer, aprì il file. Yolanda segnalò all'impressionante giovane di cabellos oscuros y ojos color miel.

"¿Es ella? ¡Pero si es bellísima!".

"¡No tan hermosa como su hermana, Eloísa!", se quejó César, señalando a la muchacha rubia.

Yolanda ha esaminato due giovani.

"Para mi, Carolina es más bella. Tiene un aura mucho más suave", affermò. "La otra parece arrogante. ¡Fíjate en su expresión!".

Tutti erano d'accordo sul fatto che la menor de las Navarro era preziosa, anche se aveva un carattere difficile da essere troppo mimada. Sin embargo, César era consciente de que muchos hombres deseaban salir con ella, lo que le sumaba valor. Vorrei lo migliore per suo figlio, lo quale include una donna degna di concepire i futuri ereditari Castillo.

"Mamma, però...". Empezó un protestante; fue interrumpido por la voz tranquilizadora de Yolanda.

"Cálmate, César", interrumpió su madre. "Míralo desde otro punto de vista", añadió, ponendo un uomo o riconfortante nell'uomo del suo figlio. "El que esta chica no sea tan solicitada como otras hace más probabilmente que tenga los pies en la tierra y sea humilde. Nuestro muchacho necesita ad alguien así, ¿no crees? Y ricordo che Eloísa ya lo ha rechazado sin la menor consideración. ¡ Ni siquiera se dignò verlo!".

César frunció el ceño, pensativo. Al cabo de un momento asintió.

"De acuerdo, no diré nada a los Navarro. Al menos, todavía no".

Yolanda suonò cercando di concentrare la sua attenzione sulla foto di Carolina che stava ammirando. Qualcosa nella ragazza ha pensato che sarebbe stata la pareja perfetta per Máximo.

Más tarde, ese mismo día, Carolina permaneció encerrada en la habitación, perdida en sus pensamientos y rehusándose a bajar para comer. La porta non tardò ad aprirsi con un chirrido.

Sobresaltada, la ragazza dio un respingo, sujetándose l'almohada che tenía en el regazo, dove era stato leggendo un libro.

"Pero... ¿¡Qué demonios está pasando aquí!?", esclamó, ahora irritada.

Sin embargo, non avevo nessuno davanti alla porta.

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