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Capitoli

  1. Capitolo 101 Parlando del fidanzato di Emilia
  2. Capitolo 102 Madre
  3. Capitolo 103 Conversazione
  4. Capitolo 104 Ultimo incontro prima del matrimonio
  5. Capitolo 105 Il matrimonio
  6. Capitolo 106 Prima notte di nozze
  7. Capitolo 107 A casa
  8. Capitolo 108 Avresti potuto dirmelo
  9. Capitolo 109 Pieno di orgoglio
  10. Capitolo 110 Cabo San Lucas
  11. Capitolo 111 Test
  12. Capitolo 112 Hai il potere
  13. Capitolo 113 Al centro di addestramento
  14. Capitolo 114 Lei non è disponibile
  15. Capitolo 115 Non mi fido di lui
  16. Capitolo 116 Tratta bene tua moglie
  17. Capitolo 117 Scusa
  18. Capitolo 118 La nostra principessa
  19. Capitolo 119 Verità
  20. Capitolo 120 Amo Emilia
  21. Capitolo 121 Legato
  22. Capitolo 122 Cuore di burro
  23. Capitolo 123 È giusto
  24. Capitolo 124 In soccorso
  25. Capitolo 125 Inorridito
  26. Capitolo 126 La mia regina
  27. Capitolo 127 Svegliati
  28. Capitolo 128 E questo non lo perdono
  29. Capitolo 129 Nuovo inizio
  30. Capitolo 130 Pensando a lei
  31. Capitolo 131 Molto inquietante
  32. Capitolo 132 Lo prometto
  33. Capitolo 133 Obblighi
  34. Capitolo 134 Offerta
  35. Capitolo 135 Ospitalità
  36. Capitolo 136 Messaggi
  37. Capitolo 137 Non una minaccia, solo un avvertimento
  38. Capitolo 138 Vedova
  39. Capitolo 139 Pomeriggio
  40. Capitolo 140 Te lo meriti
  41. Capitolo 141 Principessa
  42. Capitolo 142 Cosa stai facendo?
  43. Capitolo 143 Ora
  44. Capitolo 144 Bacio
  45. Capitolo 145 Cucciolo
  46. Capitolo 146 Non continuare a chiamarmi
  47. Capitolo 147 Quella donna
  48. Capitolo 148 In ogni caso
  49. Capitolo 149 Formazione
  50. Capitolo 150 Sorriso sciocco

Capitolo 3 Spiegazioni Exigir

Antes de que Carolina pudiera reaccionar, la arrastraron hasta el despacho y la empujaron de cara a la puerta. Aunque vio la mano de Máximo, llena de cicatrices, no pudo prestarle mayor atención perché estaba justo detrás de ella, respirándole en el cabello.

Non lo intendevo. Anche quando estuvo pieno di miedo per un momento, la sensazione degradevole fu subito sostituita da una certa eccitazione.

"¿Qué dijiste?", le preguntó Máximo en la oreja en un susurro ronco y enfadado. Tenía una mano apretándole la cintura con casi demasiada fuerza y una pierna entre las suyas, además de las caderas pegadas a su espalda.

"¡Me... me trataste como si fuera una prostituta!", si disse, lottando per respirare e mantenere la composta. Su presenza estaba mareándola.

Sin embargo, non immaginavo che per lei la pudiera fosse uguale.

Massimo non aveva sperimentato una soddisfazione così intensa con una donna, nonostante non se ne preoccupasse e lei non lo toccò in nessun momento. Dopo averla lasciata nella sua abitazione nel mezzo della notte, volvi alla propria e riparò nella sua mente il tempo che passavo insieme. Deseaba disperatamente qualcosa di più, ma non si atreviò a tornare. Si se despertaba y lo veía... Si lo rechazaba, no podría soportarlo.

Il ragazzo si è trovato in una situazione difficile. Aprendo la porta e con il corpo a escasos centímetros de distancia, tuvo que recurrir a toda su voluntad para resistirse a darle la vuelta y besarla. O ir más allá. Tuttavia, il commento precedente sulla tua mascolinità ha solo consentito di infuriarlo.

"Te casaste por dinero, ¿verdad? Después de todo, el matrimonio implica sexo. Y si tienes sexo por dinero, eso te convierte en prostituta, ¿o me equivoco?", rispose con furia. "Ahora, dime, ¿¡cómo te atreves a cuestionar mi hombría!?".

Se retorció, apretándole aún más la cintura mentre empujaba sus caderas hacia delante. La ragazza ha abbandonato un piccolo gemido e non lo supponeva se lo aveva capito male.

"¡No soy una... prostituta!", afirmó enfadada, tanto por sus palabras como por lo mucho que estaba disfrutando de la proximidad de su cuerpo.

"¿Crees que no soy un hombre?", chiese filmando le caderas affinché Carolina potesse sentirlo nella sua spada. "¿Quieres que te demuestre cuán hombre soy?".

Carolina non era cosciente dei demoni che se l'erano cavata, obbligandola a pronunciare le seguenti parole.

"¡Sí! ¡Muéstrame!".

Máximo se fu momentaneamente atónito, ma subito una sonrisa astuta si dibujó nel suo rostro. La chica estaba ante él con un ligero vestido veraniego; no pudo resistirse a deslizar los dedos por su muslo, haciéndola soltar suaves jadeos de placer.

Trascinando la cremagliera del pantalón, inclinò il corpo della hacia delante; però noto che la differenza di altezza sarebbe un inconveniente.

"Ciera los ojos".

"¿Eh?".

"¡Que cierres los ojos!", ordenó y Carolina asintió, obedeciéndolo de inmediato. Sintió que le daban la vuelta y el aliento de Máximo le acaricio el rostro. La ragazza sollevò il gioioso che ancora sosteneva e intentò a toccarlo; ma è il debito.

"¿Puedo agarrarme a tus brazos? Llevas puesta una camisa, ¿verdad?", chiese tra suspiros.

"De acuerdo", dijo mientras la soltaba. Carolina levò le mani per avvicinarsi ai bracci di Máximo. El miró sus labios sonrosados, que eran leggermente carnosos, y la besó.

La muchacha deseaba poder acariciarle el cabello; sin embargo, le fue prohibido, por lo que se contuvo. In cambio, aprì la bocca e profondò il beso. Sintió che la conducía hacia qualche lugar, fino a che il levantó del piso e il sentó in quello che riconoció como una mesa.

Incapace di resistere per più tempo, subiò le mani fino al suo cabello. Máximo se detuvo por un instante, quando los dedos se slzaron sobre la calva en su sien. Come a lei non sembrava importarle, dejó que lo tocara solo ahí.

"¿Todavía te duele?", mormorò in mezzo a los besos.

"No", mintió ella, saboreando la sensación de aquellos labios sobre los propios.

Los dos capataces esperaron fuera hasta que oyeron caer cosas al piso y consideraron se debían entrar. Tuttavia, si videro detuvieron de golpe ai nostri forti gemelli di Carolina.

"Creo que...".

"Deberíamos irnos. Los jefes ya lo solucionaron", dijo el más bajo, y juntos descendaron el lugar.

Dolores, che se avevabía quedado cerca, sonrió al escuchar a la chica. Nel fondo del suo cuore, desideravo con onestà che entrambi potessero essere felici insieme, poiché lei le sembrava una buona persona. Por tanto, sin perder la feliz sonrisa en sus labios, se retiró.

Máximo e Carolina respirano con difficoltà. El le puso la mano dietro la testa e l'attrazione hacia sì. Tenía la mejilla apoyada en el pecho. Anche se non se ne andò dalla camicia, Carolina poté sentire il calore che emanava dalla sua pelle e i lati del suo cuore.

'¡No puedo creer que lo hiciéramos de nuevo!', pensò, mordiéndose il labbro mentre mantenía los ojos cerrados.

Hacía mucho time che Máximo non ha avuto intimidad con una donna, perché non era sicura se la necessità di stare insieme a lei se fosse dovuta alla prolungata astinenza o al fatto che Carolina era di ferente in realtà. In ogni caso, le aliviaba si sentiva meno tonto come uomo e, a giudicare dalla reazione di lei, le parecía que disfrutó lo que hicieron juntos.

'Las prostitutas saben fingir de maravilla', sonó una voz amarga en su mente.

"Mantén los ojos cerrados. Te ayudaré a llegar a la puerta", le dijo. Carolina arrugó l'entrecejo.

"Quiero verte".

"No", rispose él con brusquedad.

"Pero... ya somos íntimos. ¡Estamos casados!", protestò, anche se non abrió los ojos.

"Dije que no. Solo me permette di tocarte perché no me has visto".

"¡Eso no es verdad!", rispose indignata.

"E allora, sei così professionale che puoi passare per il mio aspetto?", chiese mantenendo quel tono detestabile. Carolina ha capito cosa si riferiva. Incluso de hallar las palabras correttes, estuvo segura de que no podría describir el dolor que la atravesaba.

Lo apartó de un empujón manteniendo los ojos cerrados y se levantó de la mesa, quasi tropezando.

"¡Eres un imbécil!", se quejó, conteniendo las lágrimas. "Te di mi virginid ad, ¿¡cómo puedes decir eso!?".

"¡Nada que una simple cirugía no pueda risolutrice!", si dice burló.

Carolina gritò de rabia, dio unos pasos hacia delante y abrió los ojos para ver por dónde iba. Si fissò al gioielliere che stava sul pavimento e, con l'impatto della caduta, si aprì per esporre un impressionante collare di diamanti. De una patada lo apartó y abbandonato furiosa el despacho.

Máximo, quien fue testigo de todo, negó con la cabeza.

'¡Si cree que me engaña, se equivoca!', pensato, enojado.

Mientras tanto, César estaba en la capital, furioso a más no poder.

"¿Qué pasa, hijo mio?", chiese Yolanda, apoyándose en el marco de la puerta y mirándolo.

"No fue Eloísa la que se casó con Máximo", se quejó él, levantandose.

Su madre, una mujer mayor, entrò in officina.

"Déjame ver a la chica", pidió.

César, che aveva una foto della famiglia Navarro sul suo computer, aprì il file. Yolanda segnalò all'impressionante giovane di cabellos oscuros y ojos color miel.

"¿Es ella? ¡Pero si es bellísima!".

"¡No tan hermosa como su hermana, Eloísa!", se quejó César, señalando a la muchacha rubia.

Yolanda ha esaminato due giovani.

"Para mi, Carolina es más bella. Tiene un aura mucho más suave", affermò. "La otra parece arrogante. ¡Fíjate en su expresión!".

Tutti erano d'accordo sul fatto che la menor de las Navarro era preziosa, anche se aveva un carattere difficile da essere troppo mimada. Sin embargo, César era consciente de que muchos hombres deseaban salir con ella, lo que le sumaba valor. Vorrei lo migliore per suo figlio, lo quale include una donna degna di concepire i futuri ereditari Castillo.

"Mamma, però...". Empezó un protestante; fue interrumpido por la voz tranquilizadora de Yolanda.

"Cálmate, César", interrumpió su madre. "Míralo desde otro punto de vista", añadió, ponendo un uomo o riconfortante nell'uomo del suo figlio. "El que esta chica no sea tan solicitada como otras hace más probabilmente que tenga los pies en la tierra y sea humilde. Nuestro muchacho necesita ad alguien así, ¿no crees? Y ricordo che Eloísa ya lo ha rechazado sin la menor consideración. ¡ Ni siquiera se dignò verlo!".

César frunció el ceño, pensativo. Al cabo de un momento asintió.

"De acuerdo, no diré nada a los Navarro. Al menos, todavía no".

Yolanda suonò cercando di concentrare la sua attenzione sulla foto di Carolina che stava ammirando. Qualcosa nella ragazza ha pensato che sarebbe stata la pareja perfetta per Máximo.

Más tarde, ese mismo día, Carolina permaneció encerrada en la habitación, perdida en sus pensamientos y rehusándose a bajar para comer. La porta non tardò ad aprirsi con un chirrido.

Sobresaltada, la ragazza dio un respingo, sujetándose l'almohada che tenía en el regazo, dove era stato leggendo un libro.

"Pero... ¿¡Qué demonios está pasando aquí!?", esclamó, ahora irritada.

Sin embargo, non avevo nessuno davanti alla porta.

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